¿En qué os fijáis vosotras/os cuando conocéis a una persona? ¿En el tamaño de su corazón, en su simpatía, en su honestidad? Eso sonaría idílico en un mundo perfecto, pero éste no es un mundo perfecto y en lo que nos fijamos tanto hombres como mujeres cuando conocemos a un posible “candidato parejil” es en el físico.
Es más, sólo necesitamos unos segundo para pegarle un repaso de arriba a abajo y según lo que veamos en su forma de saludarnos, sus modales o su postura corporal, nos habremos hecho una idea de cómo debe de ser su carácter.
Si vemos a una persona gordita en seguida pensamos: uff, seguro que es dejada, que se pasa el día comiendo, que es insegura y tímida. Y si vemos a un tío “cachas” de esos con el cuello ancho y brazos musculados como una ristra de chorizos, podemos pensar que además es energético, constante, egoísta o machista.
Muchas veces, caemos en el error de pensar que si esa persona tiene un determinado físico también hay un determinado carácter para ese físico, pero no hay mayor error que juzgar a las personas por su apariencia física. Todos deberíamos hacer lo que dice la canción de La bella y la bestia: “...que antes de juzgar tienes que llegar hasta el corazón”.
Que tengáis un buen día.
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